Aquella Elizabeth

I
Aquella niña, la de tiernos ojos
Dorada de humildad, la inocente mirada
Recorre esas calles, pura y casta
De Alma, pensamiento y cuerpo
Enamorada

II
Enamorada va la inocente niña
Unas veces calzada, otras descalza
Jugando por sus calles empedradas
Bañadas por el rocío dulce de la  madrugada
Doradas por el sol de atardeceres
Recuerdos imborrables en su Alma

III
Calles doradas, por el sol ya perezoso
Reminiscencias de Opir, y
La de Saba, la que con Salomón el sabio
No solo compartió el Real y dorado lecho
Sino que en su vientre el tesoro le guarda

IV
Calles de juegos de la sencilla infancia
Pan aliñado de "La San Juan Bosco"
 Aromático al extremo, lo perfuman todo
Majarete tibio, olor a coco
¨Coscorrones¨ con canela
Divino tesoro que ilumina los ojos
De los niños todos, premio ganado
Por el mandado cumplido
Que en aquellas épocas era sinónimo
De Amor a la familia, obediencia
Rosario y Padre Nuestro
A diario rezados

V
Sociedad ordenada, sencilla y culta
De hombres laboriosos y estudiosos
Con todos se engrandece y a ellos
Beltrán Prieta canta en sus muchos libros
En pergaminos añejos plasmados
Como si de Alejandría su biblioteca
Extensión y archivo protegido fuesen

  VI
Capital perfecta, Ciudad sin cárcel
Pues ¨Robar¨ un tomate, un ají
No eran pecados, si al sancocho era convidado
El dueño del conuco, de la huerta
Entre risas picaras y "Cachos" de muchachos

  VII
De oro parecen, a los pies
De esta inocente, delgada y ágil gacela
Hija de Mercedes, las calles de su infancia
Donde crece aquella Alma, Inocente
Que cría pajaritos, guayamates penachos de fuego
Paraulatas y turpiales, oro y negro
Que en su casa sin jaula viven, libres siempre
Como su Alma pura, casta e inocente

VIII
Y cuando crecen ya fuertes sus alas
Van y vienen, tan libres como siempre, y
A su regazo llegan y le cantan
Buscando una caricia, una mirada
De niña admirada ante la grandeza innata
Reflejándose en sus ojos el Amor que sienten
Por la vida sencilla de su niña amada
Protectora de la vida frágil-fuerte
Que por Gracia de Dios le fue confiada

IX
Esa es la Asunción de que ella me habla
Esa es la Asunción siempre añorada
Esa es la Asunción que mi Amada
Ha logrado, sin esfuerzo,  que yo quiera
Pues aquella Asunción era un remanso, y
En sus calles jugó, tranquila siempre
Esa Elizabeth, por mi Amada


Jesús A Peñaranda Chadid
Playa Parguito, Isla de Margarita
18/08/2010