Andaba yo por las calles
Por las calles de la vida
Espiando que robar
Al final de una de ellas
Crucé yo en una esquina
Y descuidado como andaba
Con alguien me tropecé
La sorpresa, el encuentro
Mis latidos, sus lamentos
Fueron cosas instantáneas
Que por ambos deslizó
Era ella noble dama
Altiva, gallarda, fina
Su corona: Dignidad
Al instante vi el tesoro
Guardado celosamente
Por esta dama pequeña y
De rápido caminar
La miré como un convulso
Casi casi como un loco
Pues había comprendido
Que el tesoro que buscaba
Lo acababa de encontrar
E mi boca no salieron
Las palabras descorteses
Sino frases muy hermosas
Que nunca pude expresar
Desvié de ella los ojos
Pues sentí que la ensuciaba
Con estos ojos cansados
De tanta maldad mirar
Mis oídos no escuchaban
Los cláxons que nos tocaban
Pues estábamos parados
Entre un trafico infernal y
Reaccionando rápidamente
Recogí yo su cartera y
Tomándola del brazo
A la acera la llevé
Diome ella a mi las gracias y
Con elegancia y garbo
Empezó a caminar
Desde lejos la seguía
Me fije donde vivía y
Después, desde ese día
Empecé yo a rondar
Día a día, mes a mes
Hablamos por fin un día y
Surgió el tema del Rey
Era yo quien le decía:
Los reyes tienen corona
Bastón de mando el militar
El mendigo un cayado y
A todos los pueden robar
Más tú tienes algo hermoso
Algo puro, invalorable
Algo que solo se logra
Cuando se te puede amar
Para entonces yo seguía
Siendo un señor ladrón
Pero ya no de tesoros
Sino de tu corazón
Si en verdad existe la dicha
¡Eres tú su encarnación!
Siempre quise esto decirte
Pero apenas empezaba
¡Me fallaba el corazón!
Jesús A Peñaranda Chadid
Caracas,24/12/1.974