La poesía colombiana


La poesía colombiana, aunque ha tenido ciertos planetas fulgurantes y nítidos como José Asunción Silva, León de Greiff, Porfirio Barba Jacob y Aurelio Arturo, ha sido en general de modesta tradición, comparada con la de países como Argentina, México o Cuba. Sin embargo, ha contado con una constelación brillante de inmensos poetas, que son los que en definitiva han constituido el cuerpo de la poesía colombiana, desde que el cronista de la conquista Juan de Castellanos vertió su testimonio en más de ciento cincuenta mil endecasílabos. En los últimos cuarenta años, a partir de la frenética irrupción de los nadaístas comandados por el ingenioso, ocurrente y corrosivo Gonzalo Arango, hasta los poetas de la generación sin nombre y del estado de sitio y de las generaciones desencantadas más recientes, en la poesía colombiana ha sucedido de todo y no ha sucedido nada: quedan sólo unos cuantos nombres con algunos poemas excelentes, a veces con sólo unos cuantos versos, como testimonio irrebatible de que la poesía colombiana de las últimas décadas es tan desigual como el país que encarna. Me atrevería a mencionar algunos de esos nombres que son, entre otros, al fin y al cabo, el hilo conductor hacia los planetas que mencioné antes: Giovanni Quessep, Raúl Gómez Jattin...


(Tomado de Internet)